Cuando los ingresos son insuficientes, las personas no pueden permitirse acudir a eventos culturales, hacerse miembros de asociaciones ni realizar salidas sociales, y se ven privadas de oportunidades, de establecer vínculos sociales, ejercitar sus capacidades intelectuales o simplemente disfrutar de la vida. La pobreza hace que los libros, revistas, material o ropa deportivo y las nuevas tecnologías, como Internet, estén fuera de su alcance financiero. El coste del transporte impide a los pobres y desempleados ponerse a buscar un empleo rentable o participar en actos sociales.
Con frecuencia, la falta de educación y la impresión de que ciertos actos sociales superan su capacidad intelectual, inhiben las iniciativas para disfrutar de las oportunidades que se presentan. En muchos países, los bajos salarios no les permiten acceder a la atención sanitaria, lo que profundiza las diferencias con los que pueden pagarla. Muchas familias pobres de los países ricos son incapaces de ir de vacaciones o de enviar a sus niños fuera de la ciudad para que cambien de aires y mejorar su salud.
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